La razón no es simplemente una falla en la ejecución, sino una falla en la articulación de una estrategia de innovación que alinee los esfuerzos de innovación con la estrategia comercial general.
Sin una estrategia de este tipo, las empresas tendrán dificultades para sopesar las compensaciones de varias prácticas, como el crowdsourcing y la co-creación de clientes, por lo que pueden terminar con una gran cantidad de enfoques. Tendrán problemas para diseñar un sistema de innovación coherente que se ajuste a sus necesidades competitivas a lo largo del tiempo y puedan verse tentados a imitar el sistema de otra persona, por lo que les resultará difícil alinear diferentes partes de la organización con prioridades compartidas.
Como descubrió Corning, un líder en la ciencia del vidrio y los materiales, una estrategia de innovación debe abordar cómo la innovación creará valor para los clientes potenciales, cómo la compañía capturará una parte de ese valor y qué tipos de innovación buscar. Los críticos tienden a descartar la innovación «de rutina» que aprovecha las capacidades técnicas y el modelo comercial existentes de una empresa y ensalzan la innovación «disruptiva», pero esa es una visión simplista. Las circunstancias competitivas únicas de una empresa deberían dictar la cartera de innovación que persigue.
Debido a que la innovación atraviesa las funciones, solo los líderes superiores pueden establecer una estrategia de innovación. Al hacerlo, deben reconocer que la estrategia, como el proceso de innovación en sí, requiere experimentación y adaptaciones continuas.
Pisano, Gary P. «You Need an Innovation Strategy.» Harvard Business Review 93, no. 6 (June 2015): 44–54